sábado, 7 de mayo de 2011

Níspero del Japón

De todos los contenidos variados que puede tener una caja de zapatos, el que más llamó la atención aquella temporada fue un jardín. Se trataba, según su dueña, del jardín con más plantas y flores que cualquier jardinero pudiese soñar, con gran variedad de especies, traídas de muchos países para asegurar los colores en las cuatro estaciones, y no había ninguna repetida. Pero una ráfaga de viento, de esas que tanto llevan noticias como hacen caer las hojas en otoño, lo contó en diversos lugares y muchos intentaron ver aquel jardín. Los más caprichosos ofrecieron fortunas a cambio de la miniatura que imaginaban, de la que sólo habían oído hablar. Cuando su dueña se enteró, ofreció la caja y su contenido a quien le trajese un árbol para completar su jardín, y esperó varios meses, viendo pasar árboles enormes, pequeños, árboles preciosos, pero ninguno acorde con su jardín de caja de zapatos. Hasta que un día, alguien le entregó la semilla de un Níspero del Japón y ella, entonces, abrió la caja y colocó la semilla junto a todas las demás.

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