viernes, 15 de abril de 2011

La Orquídea Robada

Me gustan las plantas, por sus flores. Tengo en mi gran colección la Orquídea Robada, es de hojas verdes y unas flores de ensueño que muy pronto podré admirar. Es una planta con significado, se dice que fue el regalo de una dama agradecida al príncipe de un país, y en ese reino se admiró la planta mientras tuvo flores. Todos los que acudían a palacio tenían la oportunidad de verla, hasta que sus flores se marchitaron, y la Orquídea Robada fue abandonada en una habitación en la que casi nadie la podía observar. En su lugar colocaron una urna de oro, regalo de un rey. Una joven mujer, que trabajaba en el palacio, regaba la planta y la atendía con mucha delicadeza, pero nunca volvió a florecer. Un día, en los tiempos en los que se acercaba el final de aquel reino y todos los que allí residían sabían que pronto llegarían las tropas invasoras, una anciana, que debía haber sido en su juventud la mujer más hermosa de aquel reino, habló con la joven que cuidaba a la planta y le dijo que iba a llevarse la Orquídea. Aquella, que la había cuidado con tanto cariño, tras escuchar a la mujer comprendió que sólo volvería a florecer cerca de un ser tan extraordinario como aquel, que con sus dulces palabras prometió a la joven que cuidaría  aquel tesoro hasta el fin de sus días. Tal y como acordaron, a la mañana siguiente la Orquídea había desaparecido del decadente palacio, pero nadie echó en falta aquel tesoro, sólo la joven que la cuidaba, que mucho tiempo después, cuando ya sus nietos tenían nietos, supo que la anciana era una hermosa hechicera que tenía una gran colección de orquídeas y la única que le faltaba era la Orquídea Robada, cuyas flores muy pronto podré admirar.

jueves, 14 de abril de 2011

En privado

De conocidos a amigos hay un trayecto lo suficientemente largo como para que tétricos como yo ni lo intentemos. Nunca sabes cual es el final y no tengo un buen perder, no soy portadora del espíritu deportivo que te hace comprender que en algún momento aquella amistad no lo era. Los que parecen a veces el enemigo, del que yo soy claro ejemplo, pueden ser familiares que aunque te estén fastidiando constantemente, cuando los necesitas ahí están. Pero así continúa la vida, con el antiquísimo me dijo y le dije, y mis amigas por aquí y por allá, muy importantes todas.
Yo conozco a muchas personas y les ofrezco mi confianza, pero mi amistad sólo la tiene aquel que me comprende, que me corrige, que ve el sentido de todo lo que hago, que cede siempre por mí sin esfuerzo, que me consiente, que no intenta cambiarme, que encuentra en mí lo que sólo un amigo puede ver, aquel que me conoce mejor que yo a mi misma, aquel que no necesita leer esto para saber que siempre voy a estar ahí por si quiero saludar.

viernes, 8 de abril de 2011

Con cadenas

Los bancos del parque no son para mí. Los columpios los ponen para los pequeños, y para los mayores colocan unos asientos con pedales, una manivela a la que hay que dar vueltas, una plataforma que haces girar cuando subes, unas escaleritas para los dedos... Muy divertido pero, ¿dónde están nuestros columpios? Creo que no soy la única que cuando va a un parque quiere subir en ellos y no lo hace porque está prohibido. Alguien olvidó que entre el de menores y el de mayores debía estar el parque para los que tenemos tiempo para cosas de niños.

domingo, 3 de abril de 2011

Rebeca de Winter

Esta noche soñé algo. Es mi medio natural para desplazarme a otros niveles, ni más altos ni más bajos, pero en la mayoría de los casos, secretos, porque de lo onírico nunca lo cuento todo, hay cosas reservadas, agradables a veces y otras no, que prefiero guardar en la caja negra de la que nunca se sabrá nada aunque tenga un accidente mientras vuelo.

viernes, 1 de abril de 2011

Inorgánicos, al amarillo.

Hay respuestas para todo. Por eso, los correos basura, que son los que se envían una y otra vez, contestan a necesidades no cubiertas de los individuos, seguramente la de pertenencia o de relación según Maslow.
Considero de mal gusto estos envíos repetitivos: no aportan nada personal, no son originales, puede ser que varias personas te lo hayan enviado anteriormente, hacen que el destinatario pierda tiempo, y el tiempo es dinero. Me pregunto dónde quedaron aquellas cartas que aparecían en los buzones adjuntando una moneda de peseta, que hablaban de la conveniencia de copiarla y enviarla a varios destinatarios, proyectos que aseguraban la suerte de todo aquel que continuase la cadena. Aquello me aportaba un beneficio, me pagaban una peseta por tiempo perdido, mientras los otros perdían su dinero y su tiempo. A ver cuando se le ocurre a alguien adjuntar un cheque al portador cuando me envíe esos correos.