lunes, 14 de marzo de 2011

Ojales sin botón

Los problemas se solucionan con el tiempo, por olvidarlos o por encontrarles solución. En este caso resultó ser una combinación adecuada de ambas cosas lo que solucionó en parte mi dilema. Todo empezó con la compra de unas camisetas llenas de colorines que encontré en una tienda el año pasado. No es que me quedasen muy bien, pero los colores me encantan y la verdad es que me atrevo con todos, así que no dejé pasar la oportunidad y mi armario y mi cartera fueron testigos de mi adquisición. Parecía que nada iba a enturbiar mi felicidad, tenía camisetas para un montón de años, ya que a mí la ropa me dura hasta que se acaba o hasta que no me cabe, y la razón es que sigo creciendo. Una sombra apareció tras el primer lavado de una de las camisetas: no era una mancha, era un agujero pequeño en la parte de delante. Llevé bastante disgusto, estas cosas pequeñas pueden afectar bastante cuando llevas una vida feliz. Decidí no pensar, olvidarlo, al fin y al cabo tenía más camisetas, pero la sombra del boquete no quedó ahí; una tras otra, todas las camisetas fueron mostrando el tétrico y siniestro motivo que había nublado aquella alegría que sentía después de haberlas comprado. No encontraba la causa, era imposible que la lavadora fuese tan selectiva para hacer el agujero en el mismo lugar. Bueno, las fui usando pero fastidiada, tenían aquel orificio misterioso y yo unas camisetas, aunque no viejas, heridas y sin posibilidad de recuperación. El tiempo pasó y yo olvidé, pero un día, una camiseta que no pertenecía al grupo de las elegidas por el Arco Iris, tenía no uno, sino varios huecos, y al momento encontré al causante: el cinturón.
Se trata de un cinturón que lleva conmigo 15 años, es de cuero y lleva un águila repujada en la parte de atrás. No es mío, bueno ahora supongo que sí. Era de una de mis hermanas, pero yo me lo puse, me quedaba perfecto con los vaqueros y así quedó, como complemento indispensable e insustituible. Las camisetas se enganchaban en una parte metálica que está en el extremo opuesto a la hebilla, y una vez cerrado queda muy próximo a ella, en el punto justo donde aparecieron todos esos ojales.
Hubiese sido más rápido poner que las camisetas se me rompen por culpa del cinturón, pero así demuestro que aparte de tener un rollo impresionante, a veces algo insignificante es capaz de crear una montaña de dudas. Saludos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario